Notas al Pie de Página: La intemperie

Sunday, February 27, 2011

La intemperie

Mi madre falleció el 31 de agosto de 2010, a la 1:57 de la madrugada.
Mi tía tuvo la idea de colocar la música que escuchaba, así que llevé la radio a su pieza, y la encendí. Horas antes había estado en el hospital, en el recorrido intrincado y fragmentario de las ambulancias, y conversado con un médico, que me habló del buen morir, de estar con parientes, junto a sus seres queridos, que era lo que deseaba, ya que tantas veces se había negado a ser internada. Creo, en una ocasión, sentí desazón a causa de una hora, en que no asistió a control, y se quedó en cama, leyendo. Me costaba retener las lágrimas, por lo que significaba. Le insistí, le insistí mucho, pero era una decisión, y más bien me pidió que saliera a comprar comida, y el resto fue normal: su compañía, su conversación, su inteligencia. También recuerdo, después de que fue hospitalizada, a fines de mayo, que volví conversando con mi tía, en el trayecto a casa, sobre como turnarnos en las visitas, en una especie de “de ahora en adelante”, caminando, de noche, y comprando algo preparado, para cenar, ya que mi madre había sido internada de urgencia, lo que nos pareció traumático, sorpresivo. Mi tía podría ir a mediodía, mientras yo podía visitarla a la hora de las seis. También ella compraría los utensilios de higiene que habían pedido. En esa emergencia precaria, en la noche me dormí. Al llamar al hospital esa mañana, me dijeron que había sido dada de alta, porque se había negado al examen, que llevara su ropa. Fui al hospital, y la encontré, bastante animada, me dijo que tenía hambre, y deseaba ir luego a casa. Quería que le sacara las agujas del suero, a lo que me ayudó una enfermera, y sentí frío, aunque la enfermera le hablara suave: “de ahora en adelante” se había transformado en un nuevo regreso a casa. Compramos pollo, y entonces todavía caminaba. Así era mi madre, y me pregunto si un poco más de sensibilidad hacia ella la hubiera salvado, o por lo menos la hubiera hecho vivir mejor.
Era un poco difícil, pero muy razonable, y doy fe de que en Chile la mentalidad, de algunos profesionales, es demasiado autoritaria, incluso a veces sin razón.
A mí no me gustó el último gobierno de la Concertación. Mucha corrupción, ineptitud, ineficacia. Decir lo que no se hace, y lo que no se vive, o es que no entendí a su gente. De todas maneras la Concertación no me gusta: un conglomerado conformado en la negatividad.

Pienso y recuerdo a mi mamá en su normalidad, en su conversación.
Es como si hubiéramos sobrevivido en la cotidianeidad.

Remiendos de los que está hecha
Mi frazada fragmentaria


En casa hay varios libros en inglés, que a veces me gusta leer. Eran de mi madre: ella estudió inglés en la Universidad de Chile. Muy afectada en su juventud, se dedicó a cuidarme. Mantengo también el recuerdo de mi abuela, que al viajar a Europa nos llenó de postales de Roma y del Vaticano. Era mi abuela paterna, de origen alemán, pero fue cercana a ella: mi madre a veces decía que tomé parte de su carácter, lo que me halagaba.

Si tuviera un ancho techo
Al ala de un crucero permanente
Como umbral de luz
O corredor a plena mañana
Inundando el corazón
Solución en cada rendija
Cada frío vuelto tema auxiliar

A medianoche bajo lluvia
Techos dialogan en sonidos
De arcilla, madera, metal
Toldos ondulados
Hasta cruzar la línea
Donde se pierde de vista
Una suspensión
De percusiones
Y ritmos

En la emergencia permanente
Y poética en la que viví:
Mi techo.

Por último, transcribo las palabras que dije en los funerales:
"Es difícil hablar en estos momentos, donde acuden un cúmulo de recuerdos y sensaciones, sólo asir de golpe las virtudes más marcadas de mi madre: su religiosidad, su fe, su tranquilidad espiritual.
En su afecto, y profundidad, me inculcó profundos valores religiosos, que recordaré.
Hasta último momento, además, llegó hasta mí su fuerte conciencia, que la hacía comentar y opinar hasta sus últimos días. Me conversaba, con inteligencia, lo que me alegró mucho y era muy reconfortante. Llegar a casa y recibir su saludo y opiniones y consejos, es algo que me marcará profundamente.
Envío así mi más profundo agradecimiento, y deseo de descanso y plenitud para mi madre, que Dios la acoja y así pueda descansar en paz.
Muchas gracias también a todos quienes la recordaron hoy, y sobretodo, y con gran esperanza, muchas gracias, mamá."

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